jueves, 14 de enero de 2010

Kiato, Atenas y Salónica, 15/1/10

Despues de tres trenes, un colectivo y un ferry de dieciseis horas, llegue a Grecia. Di unas vueltas por Patras y me subi al primer tren a Atenas. Despues de un rato, el tren se detuvo en medio de la nada. Y la nada griega es la nada absoluta, ya lo dijo hace dos mil quinientos anios un gay barbudo que dedicaba sus dias al divague mental mientras un esclavo le abanicaba el pecho. Un par de simpatiquisimas chicas griegas con unas tetas que me hicieron pestanear cuatro veces me dijeron que el tren terminaba ahi, y que habia que tomar dos colectivos mas para llegar a la capital. Charlamos mientras el bus estaba en movimiento, y poco antes de llegar, luego de darme sus mails y telefonos por si queria saber cualquier cosa durante mi estadia, les pregunte cuales eran sus planes. Ellas se quedaban en Kiato, un pueblito de mil quinientas personas, donde viven los padres de una, a pasar el fin de semana. Me uni a ellas. Pasamos la noche con sus amigos (es decir, toda la juventud del lugar) un un cafe. Joanna, la unica que hablaba ingles, siempre traducia. En la tele pasaban el sorteo del mundial, en el que justamente Argentina y Grecia quedaron en el mismo grupo.
Yo pedi una cerveza, pero luego imite al resto y me tome un cafe frappe que, por algun motivo, todos pensaban que es algo que solo existe en Grecia: no tenia sentido desmentirlos.
Conversacion heterogenea, como siempre, ramificada. Cada vez me sorprende mas el nivel de asimilamiento que tienen los europeos con respecto a la cocaina, y lo ninios que son cuando empiezan a consumirla.
Jugamos juegos de mesa griegos y cenamos soublakia (delicia local que consiste en un pan de pita en forma de cucurucho, relleno de papas fritas, tomate, cebolla, carne y una salsa hecha a base de yogurt).
Todos los chicos me preguntaron si en Brasil las chicas son tan sexys como ellos piensan.
Mis amigas dijeron que conocen a Natalia Oreiro y nombraron uno por uno todos los personajes de Marimar y Maria la del barrio. Aun me cuesta creerlo.
Me preguntaron si tambien en mi pais los pueblitos bullen de chismes que hacen la vida mas bien insoportable, y les dije que pueblo chico...
En Kiato no habia hosteles ni lugares publicos donde pudiera tirar mi bolsa de dormir, asi que pague el doble de lo que suelo pagar, por una habitacion de hotel con dos camas y tele y aire acondicionado y un balconcito que, teniendo en cuenta que venia gastando muy poco y que la noche anterior habia dormido contorsionado entre dos sillas de madera, no era tan grave y mi cuello lo pedia a gritos.
A la maniana siguiente fuimos al mismo cafe, la misma gente. Un par de horas luego, un amigo de ellas me llevo en moto a la estacion. Con la mochila colgando de los hombros, miraba hacia atras, veia que un pueblo fantasma desaparecia en el horizonte. Sonreia por el pasado reciente, por el amor hacia lo inesperado. Sentia el viento frio reventar contra mi cara, traspasarme, y era inmensamente libre y feliz.
Llegue a Atenas de noche, tire mi mochila sobre un colchon y sali a caminar. Algunas cosas me sorprendieron por su abundancia: locales de tematica erotica (sex shops, strippers, cines), basura en la calle y policias (cada dos esquinas, en grupos que iban desde siete u ocho -no menos- hasta cuarenta). Asustan.
Esa primera noche me perdi, quiza mis pies me llevaron hasta los limites de la ciudad, y lo unico que me gusto fue una placita rectangular escondida entre dos iglesias, con algunos bares de luces rosas donde sonaba Depeche Mode y promocionaban ron venezolano. 
Pintadas anarcas y afiches comunistas a centenares, pero esto no sorprende: a los griegos los persigue su fama de tener una izquierda radical y envidiablemente combativa.
Gran parte de Atenas es, el peor de los adjetivos, normal. Me refiero a que es una ciudad que no transmite nada, con su amontonamiento de coches, sus negocios de ropa barata, sus ocres edificos cuadrados. Ciudad opaca. 
Los dias siguientes me amigue con la ciudad. Le encontre sus rinconcitos, digamos. Sus iglesias antiguas rodeadas de columnas doricas, incrustadas como huespedes desubicados en el centro de plazas a las que hay que bajar en escaleras, sus cafecitos con terrazas que enfrentan la Acropolis.
Anduve por un paseo largo colmado de pequenios negocios a ambos costados. Entre souvenirs baratos y demas mierdas for export, entre cartreras LV falsas y adornos baratos de yeso, habia, cuando no, donde no, esas remeras con frases que tienden a balancearse entre la boludez y los archiconocidos formatos internacionales del estilo "I love Greece" o dos muniequitos casandose sobre la leyenda "game over". Sin embargo, dos se llevaron, humildente, el premio a la originalidad: "Three reasons to be a teacher: june, july, august" y "Edipus: the original motherfucker". 
En ese mismo paseo me invitaron a entrar a un negocio de instrumentos musicales donde me ofrecieron tocar una especie de darbuka hecha con cuero de pez negro, que tenia un compartimento con agua que le daba un eco gelatinoso.
En Atenas la marihuana es mala y barata; te la venden unos yonquis en una plaza y viene dentro de cajitas de fosforos.
Una noche me tope tres veces con el suelo baniado de cristales molidos frente a las vidrieras rotas a piedrazos de grandes marcas de ropa. Al dia siguiente el olor a quemado infesto la ciudad, producto de un enfrentamiento entre grupos de izquierda que quemaban lo que tenian a mano y la policia, en una manifestacion en recuerdo del primer aniversario de la muerte de un chico que asesino la policia a gatillo facil.
Atenas me gusto mas desde arriba que desde el suelo. Desde la Acropolis se despliega una ciudad de paredes de un blanco cegador, techos de tejas escalonados, montanias como fortalezas, templos antiguos de gruesas columnas, espacios verdes como injertos arbitrarios en la epidermis urbana.
En Atenas me di cuenta de que para alegrarme el dia basta con que una cara arrugada se arrugue un poco mas cuando me dedica una sonrisa.
Envuelto en una frasada de tranquilidad, cierro esto sentado en el cafecito del Jardin Nacional: un laberinto de pergolas y arboles milenarios como jardines de Babilonia, de juegos infantiles y corrales de gallinas, de senderos de tierra que rodean un lago con peces y tortugas que es cruzado por un puente que me hace acordar mucho a un lugar que amo: el Jardin Japones.
La Acropolis y el Agora son lugares fascinantes, pero me aburre describirlos, caeria en un compendio de lugares comunes. Para mas info: wikipedia.
Llegue a Salonica a la tarde, tras bordear Grecia en tren. Camine un par de horas buscando la direccion de un lugar para dormir. En un momento de hastio estuve apunto de volverme a la estacion y subirme a la primera cosa que me lleve a Estanbul. No se si era mas complicado encontrar la calle, un telefono publico o un griego que hable ingles.
El hostel es genial, y en realidad no es un hostel, sino un departamento en el que solo estamos una chica, que todavia no conoci, y yo. Los duenios son tres mochileros que no viven ahi y no aceptan dinero en sus manos: cada quien pone lo que le parece en una cajita que hay sobre un mueble.
Hace rato sali a caminar junto al mar. A lo lejos, las luces de la ciudad. El cielo negro sin estrellas, el mar de un oscuro brumoso indistinguible, y entonces un muelle. Y luego del muelle, mar y cielo remolachas. Y luego un circulo de pasto y marmol con quince tubos gigantes de acero de los que colgaban un monton de paraguas iluminados en claroscruro por unos faros amarillos. Y una torre blanca que tiene quinientos anios y que es igual a la ficha de ajedrez pero de piedra y con muchas ventanas. Y una fuente de aguas danzantes. Y una peatonal en subida con tiendas de discos de coleccion y una excavacion arqueologica y unos cuantos cafecitos, en uno de los cuales estoy sentado ahora, con el boligrafo de la camarera, un chill out que ambienta a luz de vela, un techo gris azulado y una decoracion de gusto moderno. Y la sensacion, sobre todo, de que Salonica es mucho mas linda que Atenas.
Mas fea o mas linda, Salonica es siempre mas expresiva que Atenas. Y la gente es mas calida y sonriente. Tiene muchas mas cosasa para ver, y con una distribucion mas caotica, mas sorpresiva. Y sus docenas de iglesias bizantinas. Y cuando me cansaba, o la lluvia aumentaba su inclemencia, siempre encontre algun cafecito con ambiente para sentarme a escribir.