jueves, 30 de julio de 2009

Lunes, 28/07/09, Mallorca



Primer día malo en Mallorca: estoy cansado de caminar horas y horas buscando trabajo bajo un sol que agobia y aplasta, y cansado de ver cincuenta veces por día el mismo gesto de compasión, la misma mirada de “te deseamos suerte, pero acá no hay nada”. Harto de que me digan “ya tenemos llena la plantilla” o “la cosa está jodida” o “lo que necesitamos son clientes y no empleados”. Estoy podrido de la crisis. Mi currículum está mareado de dar tantas vueltas por la ciudad y por internet. En cualquier momento va a vomitar, pobre. No tengo ganas de seguir viendo restaurantes minimalistas a luz de vela y bares (por cierto, hoy vi uno que se llama “La Belle Epoque”; dudo que sea como el de Caracas, pero no estaría de más revivir aquellas deliciosas noches en La Bele) que desbordan de risas y música, porque quiero entrar a todos, y no entro a ninguno. No entro porque no tengo con quién, y porque no puedo gastar la plata que tengo en eso, y porque después no tengo cómo volver a casa -a las diez de la noche pasa el último autobús-. Quiero amigos y trabajo (o dinero, para el caso es lo mismo).


Lo que sí tengo es plena libertad, y una isla hermosa y desconocida a mis pies. Ése es mi consuelo.

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