sábado, 8 de agosto de 2009

jueves, 6/7/09, Mallorca


Se sientan tres personas en la mesa ocho. Dos hombres y una mujer, treintilargos, cuarentipico. Españoles. Les doy el menú. Al rato les pregunto qué desean beber. Están inquietos. Miran para todos lados. Hablan en voz baja. A nosotros, los camareros, no nos dirigen ni un hola, ni un gracias, casi ni un gesto. Terminan de cenar. Piden la cuenta. Uno de ellos saca una tarjeta de crédito. En la mesa de atrás, una pareja charla con mi jefe. Hace una semana que explotó la bomba en Palmanova, le dicen. Y hace tres días desactivaron otra a tiempo, contesta mi jefe. Sí, dicen ellos, y hoy otra más, recién lo dijeron en todos los canales. Oídos atentos en la mesa que yo atendía, y al escuchar ese comentario, reacción relámpago: ojos muy abiertos, miradas cruzadas, tiesas entre los tres; la mujer palidece en un instante, y el que había puesto la tarjeta de crédito sobre la mesa la guarda inmediatamente en su bolsillo. En dos segundos me pagan en efectivo y se van, muy apurados, masticando unas pocas palabras entre dientes.

Pssst, camarero, hay una bomba en mi sopa.

4 comentarios:

  1. uf! Y yo justo hoy hablaba de inmolarme (me gusta creer que es otra de nuestras inexplicables coincidencias). Hace mucho que no escribo, hace mucho que te extraño.

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  2. Ups!
    No me di cuenta de lo de la foto.
    En estos días la cambio.
    Y vos más te vale que empieces a escribir.
    Y que me lo mandes.
    Te extraño mogollón.

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  3. "nosotros, los mozos", suena muy loco ninio!

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